A veces amamos tanto a nuestros propios protagonistas que no nos damos cuenta de las veces que llegamos a nombrarlos, a veces más de las necesarias.
Yo tambien he abusado de este pequeño vicio y gracias a las lectoras 0 y posteriores revisiones fui consciente y los corregí en «Mentiras que dan magia».
La agilidad que toma el relato cuando afinas este pequeño detalle es enorme, por lo que, si sois escritor@s, os invito a revisar vuestros textos a ver si cometéis este pequeño pecado causado por querer tanto a nuestros personajes.